De la mano de Sofía

Santa Magdalena Sofía Barat fue la fundadora de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús (RSCJ).
Nació en tiempos convulsionados, mientras un incendio causaba estragos en las casas de alrededor, el 12 de diciembre de 1779, en Joigny, un pequeño pueblo de la Borgoña francesa. Era un momento marcado por los profundos cambios de la Revolución Francesa. A pesar de ello, su infancia transcurrió entre la sencillez, el contacto con la naturaleza y un entorno profundamente humano.


Lo verdaderamente singular fue su formación intelectual: atípica, intensa y profundamente transformadora para una niña de su época. Aunque su hermano Luis, sacerdote, fue quien le ofreció acceso a saberes que en ese tiempo estaban reservados a los varones —como el latín, la filosofía y la teología—, fue Magdalena Sofía quien supo abrazar ese conocimiento con pasión, desplegarlo con libertad y ponerlo al servicio de una visión más grande. No solo aprendió, sino que pensó, discernió y soñó.
Desde muy joven, mostró una capacidad poco común para unir razón y espiritualidad, estudio y contemplación, pensamiento crítico y mirada compasiva. Esa apropiación activa del saber fue la semilla de un carisma que, años más tarde, daría origen a una familia religiosa que transformaría vidas en todo el mundo.

El 25 de mayo de 1865 Magdalena Sofía vivió su Pascua. 60 años más tarde, un 24 de mayo de 1925, fue declarada Santa.


Hoy, más de 200 años después, Santa Magdalena Sofía Barat sigue siendo un ejemplo de vida de oración y compromiso. Descubrió que el mundo necesitaba ser reconstruido —como aquella Francia herida— a través de una educación que brota del Corazón de Jesús.
Junto a Magdalena Sofía, mujeres como Santa Rosa Filipina Duchesne y Ana du Rousier soñaron con llegar hasta los confines del mundo, educando para creer en el amor, desde el trabajo por la justicia y la paz.

 

Lo que comenzó como una pequeña Sociedad fundada por Magdalena Sofía y sus compañeras, hoy se ha convertido en una familia que se extiende por todo el mundo. Un modo de ser mujeres consagradas. Las RSCJ siguen su llamado: poner su alegría, confianza, amor y valentía en Jesucristo, en este mundo roto y bendecido.